La idea
de que el exceso de peso corporal
está producido por una ausencia de
ejercicio físico y una dieta inadecuada, ha hecho investigar mucho en este
campo.
Arrizabalaga
et al. (2004) jerarquizaron en función de la evidencia científica las estrategias de control y pérdida de peso,
siendo la de mayor evidencia científica (evidencia
A) la combinación de dieta hipocalórica + ejercicio físico + cambios
conductuales.
Sin
embargo no parece que la combinación de ejercicio más dieta hipocalórica tenga
siempre un efecto de disminución de grasa corporal y peso, ya que hay muchos
casos en los que llegados un momento del tratamiento existe un estancamiento,
aunque exista un balance negativo, es decir, aunque se gaste en ejercicio
físico y la dieta sea hipocalórica.
Ahí entramos a estudiar o mejor dicho a investigar que tipo de ejercicio es mejor y
cual su duración, de aquí la importancia de una prescripción individualizada, tanto en la dieta, como en el
ejercicio, como en las pautas conductuales apropiadas para cada individuo.
La
prescripción individualizada de ejercicio físico viene determinada por:
-
La
determinación de la condición física del individuo, y capacidad física.
-
Evaluación
de la intensidad, de la duración y naturaleza del ejercicio prescrito para el
individuo
-
Supervisión
de la adherencia, la cual va a depender del balance coste/beneficio percibido
por el participante.
Según
Jakicic y Otto (2005), aunque existen evidencias de que 30 minutos de actividad
física con intensidad moderada producen beneficios para la salud, cuando se
trata de controlar el peso corporal parece necesario incrementar esa dosis,
además es importante también decir que la mayor parte de la literatura
científica actual sugiere no menos de 60
minutos de moderada intensidad, para maximizar la perdida de peso y prevenir su
recuperación, aún así estas evidencias científicas y prescripciones habrá
que adaptarlas a cada individuo.
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