lunes, 11 de noviembre de 2013

ALGO DE HISTORIA Y EVOLUCIÓN

Querría explicaros algo, ¿alguna vez necesitasteis algo de uso cotidiano y no lo teníais? Ejemplo huevos porque te apetece hacer bizcocho o ¿alguna vez tuvisteis mucho de otra cosa que no sabíais cómo gastarlo?, por ejemplo, todas aquellas latas de conserva que guardas en el armario como si fueran tu fondo de armario, pues esto lo podríamos aplicar a nuestro cuerpo.


Después de los anteriores post hablando de dietas restricitivas y por qué decir no a las mismas, quería explicaros que es el efecto yo-yo y consecuencias y cuáles son las teorías con las que podríamos explicar el aumento del peso en la población en general y en particular en cada individuo que se pasa la vida a dieta no consiguiendo adelgazar lo que desea (no siempre es necesario la pérdida de todo el peso deseado).

Se está escuchando mucho hablar de estas teorías y se está estudiando mucho al respecto, hablamos de la Teoría de Eficiencia metabólica, teoría del genotipo ahorrador y ponderostato.

Esta teoría nos dice que el hombre ha tenido que sobrevivir a numerosos periodos de hambruna, y que los que más sobrevivían a estos periodos eran los que poseían la capacidad de acumular más grasa en épocas de abundancia, de manera que lo que era supervivencia en un principio se ha ido trasmitiendo de generación en generación, a manera de mutación genética. Ahora es cuando pensamos que buenos eran nuestros antepasados que gracias a ellos somos capaces de sobrevivir a periodos de escasez, y no tenemos que pensar “vaya herencia que me han dejado mis abuelos”.

Existen numerosos mecanismos cerebrales de regulación de peso, el más conocido (por lo estudiado que está) es el de la leptina (quién más, quien menos ha oído hablar de ella)  y lo que pasa en estos supervivientes es que había una resistencia a la leptina a nivel cerebral. ¿Y que hace la leptina? Ella es la encargada de una vez que están los depósitos de grasa llenos, pasar al torrente sanguíneo y llegar al cerebro, dónde uniéndose a sus receptores específicos daría la señal de depósitos llenos y así se generaría la señal orgánica de saciedad y al contrario si esta no llegaba, que es lo que pasa con el gen ahorrador (a esto anterior se le conoce como ponderostato), que aunque las reservas de grasa estén llenas no llega la señal y por tanto seguimos comiendo tanto como si necesitasemos más reservas y todo esto en el contexto de un ambiente obesogénico de abundancia alimentaria en la que nos encontramos.

Todo lo anterior explica las dificultades de muchas personas para perder peso y la sensación de hambre que sentimos al seguir una dieta y perder peso inicialmente, así como la consecuente y rápida recuperación del mismo. En personas que hacen dieta, la reducción calórica podría desencadenar estos mecanismos de eficiencia metabólica, alertando al organismo de que se acerca un periodo de “hambruna”, reduciendo además su metabolismo basal para ahorrar energía (eficiencia metabólica) y esto se mantendría a largo plazo, así que una vez que se ha abandonado la dieta, continuamos en eficiencia energética y con las reservas vacías y además podemos ser leptinoresistentes asi que a largo plazo vamos a volver a coger peso, incluso más del que teníamos si volvemos a una alimentación habitual anterior, hasta que se desactive la señal de hambruna.

¿A que ahora entendemos mejor toda la guerra que damos los dietistas-nutricionistas con que al hacer dieta lo que tenemos que conseguir son unos adecuados hábitos dietéticos y de salud para mantener de por vida?, educar a comer, ¿Ahora entendéis mejor por qué también estoy en contra de las dietas restrictivas, verdad?


Algo importante que también quería meter en este post, es el efecto yo-yo, ya que también dá explicación a los anteriores post y a mi forma de ver las cosas.
Conocemos como Efecto yo-yo de las dietas a los ciclos de pérdida y recuperación de peso, habitual en personas con sobrepeso y obesidad y seguidores de dietas en general, autoimpuestas las mayoría. Este efecto contribuye al incremento de la eficiencia metabólica, es decir, aumentaría la dificultad de perder peso después de cada dieta y facilitaría la recuperación de éste tras una nueva dieta (Amigo y Fernández, 2004). Además, parece estar asociado con riesgos para la salud (ej. Lissner et al., 1991).


Pues dicho está, otra vez más se vé que lo importante no es hacer dieta, si no tener unos adecuados hábitos dietéticos que cubran tus necesidades fisiológicas, recordad aquí que cada uno tiene las suyas. Y no olvidéis que estos adecuados hábitos dietéticos tienen que ir acompañados de unos hábitos de vida saludables, muy importante NO OLVIDES MOVERTE.

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