Querría explicaros algo, ¿alguna
vez necesitasteis algo de uso cotidiano y no lo teníais? Ejemplo huevos porque
te apetece hacer bizcocho o ¿alguna vez tuvisteis mucho de otra cosa que no
sabíais cómo gastarlo?, por ejemplo, todas aquellas latas de conserva que
guardas en el armario como si fueran tu fondo de armario, pues esto lo
podríamos aplicar a nuestro cuerpo.
Después de los anteriores post
hablando de dietas restricitivas y por qué decir no a las mismas, quería
explicaros que es el efecto yo-yo y consecuencias y cuáles son las teorías con
las que podríamos explicar el aumento del peso en la población en general y en
particular en cada individuo que se pasa la vida a dieta no consiguiendo
adelgazar lo que desea (no siempre es necesario la pérdida de todo el peso
deseado).
Se está escuchando mucho hablar de
estas teorías y se está estudiando mucho al respecto, hablamos de la Teoría de Eficiencia metabólica, teoría del
genotipo ahorrador y ponderostato.
Esta teoría nos dice que el hombre
ha tenido que sobrevivir a numerosos periodos de hambruna, y que los que
más sobrevivían a estos periodos eran los que poseían la capacidad de acumular
más grasa en épocas de abundancia, de manera que lo que era supervivencia en un
principio se ha ido trasmitiendo de generación en generación, a manera
de mutación genética. Ahora es cuando pensamos que buenos eran nuestros
antepasados que gracias a ellos somos capaces de sobrevivir a periodos de
escasez, y no tenemos que pensar “vaya herencia que me han dejado mis abuelos”.
Existen numerosos mecanismos
cerebrales de regulación de peso, el más conocido (por lo estudiado que está)
es el de la leptina (quién más, quien menos ha oído hablar de ella) y lo que pasa en estos supervivientes es que
había una resistencia a la leptina a nivel cerebral. ¿Y que hace la leptina? Ella
es la encargada de una vez que están los depósitos de grasa llenos, pasar al
torrente sanguíneo y llegar al cerebro, dónde uniéndose a sus receptores
específicos daría la señal de depósitos llenos y así se generaría la señal
orgánica de saciedad y al contrario si esta no llegaba, que es lo que pasa con
el gen ahorrador (a esto anterior se le conoce como ponderostato), que aunque
las reservas de grasa estén llenas no llega la señal y por tanto seguimos
comiendo tanto como si necesitasemos más reservas y todo esto en el contexto de
un ambiente obesogénico de abundancia alimentaria en la que nos encontramos.
Todo lo anterior explica las dificultades de muchas personas
para perder peso y la sensación de hambre que sentimos al seguir una dieta y
perder peso inicialmente, así como la consecuente y rápida recuperación del
mismo. En personas que hacen dieta, la reducción calórica podría desencadenar
estos mecanismos de eficiencia metabólica, alertando al organismo de que se
acerca un periodo de “hambruna”, reduciendo además su metabolismo basal para
ahorrar energía (eficiencia metabólica) y esto se mantendría a largo plazo, así
que una vez que se ha abandonado la dieta, continuamos en eficiencia energética
y con las reservas vacías y además podemos ser leptinoresistentes asi que a
largo plazo vamos a volver a coger peso, incluso más del que teníamos si
volvemos a una alimentación habitual anterior, hasta que se desactive la señal
de hambruna.
¿A que ahora entendemos mejor toda la guerra que damos los
dietistas-nutricionistas con que al hacer dieta lo que tenemos que conseguir
son unos adecuados hábitos dietéticos y de salud para mantener de por vida?, educar a comer, ¿Ahora entendéis mejor
por qué también estoy en contra de las dietas restrictivas, verdad?
Algo importante que también quería meter en este post, es el
efecto yo-yo, ya que también dá explicación a los anteriores post y a mi forma
de ver las cosas.
Conocemos como Efecto yo-yo de
las dietas a los ciclos de pérdida y
recuperación de peso, habitual en personas con sobrepeso y obesidad y seguidores
de dietas en general, autoimpuestas las mayoría. Este efecto contribuye al incremento de la eficiencia metabólica,
es decir, aumentaría la dificultad de perder peso después de cada dieta y
facilitaría la recuperación de éste tras una nueva dieta (Amigo y Fernández,
2004). Además, parece estar asociado con riesgos para la salud (ej. Lissner et
al., 1991).
Pues dicho está, otra
vez más se vé que lo importante no es hacer dieta, si no tener unos adecuados
hábitos dietéticos que cubran tus necesidades fisiológicas, recordad aquí que
cada uno tiene las suyas. Y no olvidéis que estos adecuados hábitos dietéticos
tienen que ir acompañados de unos hábitos de vida saludables, muy importante NO
OLVIDES MOVERTE.
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